Alguien dijo en una ocasión: «Cuando los hombres ya no creen en Dios, no es que no crean en nada, es que se lo creen todo».
Hace como cuatro mil años, un día Dios decidió hacerle una promesa a un hombre. Su nombre era Abraham. Dios le había prometido que le daría una tierra, una descendencia y bendiciones que se extenderían a todas las naciones y razas de la tierra.
Hasta aquí todo está bien. Pero permíteme hacer un poquito de historia contigo. Cuando Dios le promete a Abraham que le daría un hijo, él era un hombre muy mayor; cuando lo tuvo tenía como 100 años, su esposa tenía 90 y era estéril.
Si nosotros meditamos en esto fríamente, seguramente haríamos lo que hicieron Abraham y Sara, que simplemente se rieron. ¿Sabes qué?, te confieso que si a mí Dios me dice que me va a dar un hijo cuando tenga unos 100 años también me reiría. Y pensaría qué sentido del humor tan especial tiene Dios.
Pero al ver todo el conjunto de la historia que no podemos resumir ahora en este breve pensamiento, podemos notar que: ¡Sí, Dios siempre cumple sus promesas!
Ahora sabemos que nuestro Dios es un Dios que cumple sus promesas, pero ¿sabes qué tuvo que hacer Abraham?: «Creerle a Dios». Hoy en nuestra sociedad se oye hablar mucho de Dios, pero se le cree poco. Se oye hablar mucho de la oración, pero se ora poco…
Te animo a que creas y confíes en el Dios de lo imposible. Él puede hacer todo aquello que quiera. Tú simplemente créelo.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.