Albert Einstein dijo en una ocasión: «Si un día tienes que elegir entre el mundo y el amor, recuerda: Si eliges el mundo quedarás sin amor, pero si eliges el amor, con él conquistarás al mundo».
Hace tiempo oí una historia que me conmovió. Esta historia se titulaba El collar de Turquesas.
Y cuenta de una niña que vio detrás del mostrador de una joyería, un hermoso collar azul de perlas, carísimo. La niña llamó la atención del vendedor y le dijo: «Es para mi hermana, ¿podría hacerme un lindo paquete?».
El dueño del local miró a la niña con cierta desconfianza y con toda tranquilidad le preguntó: «¿Cuánto dinero tienes, pequeña?». Sin alterarse ni un instante, la niña sacó de su bolsillo un pañuelo lleno de nudos, los cuales delicadamente fue deshaciendo uno por uno. Cuanto terminó, colocó orgullosamente el pañuelo sobre el mostrador y con inusitado aplomo, dijo: «Esto alcanza, ¿no?». En el pañuelo, solamente había unas cuantas monedas… Mirando el pañuelo con una tierna mirada que expresaba una mezcla de ilusión y tristeza, le dijo: «¿Sabe?, desde que murió mi madre, mi hermana me ha cuidado con mucho cariño y la pobre nunca tiene tiempo para ella…. Hoy es su cumpleaños y estoy segura de que ella estará feliz con este collar, porque es justo del color de sus ojos…».
El empleado miraba al dueño sin saber qué hacer o decir, pero este solo le sonrió a la niña, y se fue a la trastienda, y personalmente, lo envolvió en un espectacular papel plateado e hizo un hermoso moño con una cinta azul. Ante el estupor del empleado, el dueño colocó el hermoso paquete en una de las exclusivas bolsas de la joyería y se lo entregó a la pequeña diciéndole: «Toma, llévalo con cuidado». Ella se fue feliz saltando calle abajo.
Todavía no había terminado el día, cuando una encantadora joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el paquete desenvuelto y preguntó: «¿Este collar fue comprado aquí?». El dueño, con una respetuosa sonrisa le dijo: «Sí, señorita, este collar es una de las piezas especiales de nuestra colección exclusiva. Y en efecto, fue comprada aquí esta mañana». «¿Cuánto costó?». «Lamento no poder brindarle esa información, señorita. Es nuestra política que el precio de cualquier artículo siempre es un asunto confidencial entre la empresa y el cliente». «Pero mi hermana solo tenía algunas monedas que ha juntado haciendo muñecas de trapo con ropa vieja, pues mi sueldo es demasiado modesto y apenas alcanza para sobrevivir. Este collar ciertamente no es una fantasía, y ella simplemente no tendría dinero suficiente para pagarlo…». El hombre tomó el estuche, rehízo el envoltorio casi ceremoniosamente, y con mucho cariño colocó de nuevo la cinta diciendo, mientras se lo devolvió a la joven: «Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar: Ella dio todo lo que tenía».
El silencio llenó el local y las lágrimas rodaron por el rostro de la joven, mientras sus manos tomaban el paquete, y salía de allí lentamente, abrazándolo fuerte contra su pecho.
Ahora, simplemente tómate unos minutos y piensa en el amor de Dios hacia ti.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.