Hay un antiguo proverbio ruso que dice lo siguiente: «Añorar el pasado es correr tras el viento».
Seguramente igual que yo habrás hablado alguna vez con personas que solo te cuentan de sus «historias o batallitas del pasado». Toda su mente, corazón y fuerzas están centrados en aquello que pasó hace mucho tiempo. Y esas personas, tristemente, se olvidan de vivir el presente y de mirar al futuro. Son como esas viejas ruinas que quizás alguna vez has visitado en algunos de esos países con una larga historia, ya sea en el Oriente, en Europa o las antiguas civilizaciones de nuestros países latinos, etcétera. Cada una de estas ruinas fue sin lugar a dudas algo maravilloso en su tiempo. Pero hoy día, si las visitas, quizás solo podrás ver algunas piedras sobre piedras. Toda esa gloria del pasado se ha quedado ahora en simple polvo o piedras, que siempre es bueno recordar, pero no podemos quedarnos solo en lo que pasó en el pasado.
Pablo, que había sido un hombre que había vivido mucho, y visto la mano de Dios obrar de muchas maneras, ahora él les escribe esta carta maravillosa a los filipenses, con el tema del gozo de fondo (y dicho sea de paso, Pablo está encarcelado cuando escribe esto), él está animando a sus lectores, poniendo su propio ejemplo de que a él no le importan muchos las batallas ganadas en el pasado. Él ahora mira al futuro, y pone sus ojos en la meta, y en el premio que conseguirá cuando Dios lo llame a su presencia. Pablo corría con un propósito y hacia una meta. ¿Hacia dónde corres tú? ¿Cuál es tú propósito o meta final?… Por favor, no corras tras el viento, no llegarás a ningún lado.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.