Dice el diccionario de la RAE que mayordomo es: «Un siervo principal a cuyo cargo está el gobierno de una casa o hacienda».
De vez en cuando es bueno que tomemos un tiempo y tengamos un retiro personal nosotros mismos y el Señor. Estamos cada día tan ocupados en nuestras propias actividades que no tomamos tiempo para analizar que tan buenos o malos mayordomos estamos siendo de las cosas del reino de Dios. Como hijos de Dios, cada uno de nosotros somos mayordomos de todas aquellas cosas que el Señor pone ante nosotros para que las cuidemos.
Hoy es un buen día para tomar unos momentos, reflexionar y preguntarnos cómo estamos administrando:
- Los talentos o dones que el Señor nos ha dado a cada uno de nosotros.
- Los bienes que Dios nos ha dado y cómo los estamos administrando.
- El tiempo que Dios nos da.
- Nuestras responsabilidades dentro de la sociedad.
Nosotros decidimos de aquí en adelante qué vamos a hacer con esa mayordomía que el Señor nos ha regalado. Es mi oración y deseo que el Señor no tenga que decirnos a ninguno de nosotros, como le dijo al mayordomo de la parábola al final de este versículo 2: «Porque ya no podrás ser más mayordomo». Que cuando acabe nuestra carrera aquí en la tierra, el Señor pueda decirnos como a los dos primeros siervos de la parábola de los talentos: «Bien, buen siervo y fiel, sobre poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré».
Aprovecha para dar cuenta a Dios de tu mayordomía.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.