Alguien dijo en una ocasión: «El perdón es la venganza de los buenos».
Quiero en este pensamiento simplemente darte algunas premisas que podrán ayudarte a vivir una vida sin albergar raíces de amargura y falta de perdón en tu corazón.
- El perdón es una elección, una decisión de tu voluntad. Tú no puedes hacer volver el reloj y cambiar el pasado, pero puedes liberarte de él. Puedes detener el dolor, pero hay una sola manera de hacerlo, perdonar.
- Perdona a otros por amor a ti mismo, para que puedas estar libre. El perdón es principalmente un asunto de obediencia a Dios. Él quiere liberarte; no hay otro camino.
- Perdonar es aceptar vivir con las consecuencias del pecado de la otra persona. Vas a vivir con esas consecuencias te guste o no, de modo que la única decisión que tienes para hacer, es hacerlo esclavizado a la amargura o en la libertad del perdón.
- No esperes que la otra persona te pida perdón. Aun cuando se estaban burlando de Jesús en la crucifixión, simplemente Él dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
- Perdona de corazón. Con frecuencia tenemos miedo al dolor, así que sepultamos las emociones en lo más profundo de nuestro interior. Deja que Dios las saque a la superficie para que Él comience a sanar esas emociones perjudiciales.
- Perdonar es decidir no volver a levantar nunca más el pecado de alguien en su contra. No uses los pecados pasados y perdonados ya para volver a traerlos en una disputa. Rechaza todo pensamiento de venganza. La venganza es del Señor.
- No esperes hasta que tengas deseos de perdonar. Nunca los tendrás. Si perdonas, tú serás liberado de inmediato. Perdonar no es un sentimiento, es una decisión. Tú decides.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.