El valor del tiempo

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos

Efesios 5:15-16

Hace algún tiempo leí esta reflexión sobre el tiempo, y hoy quiero compartirla con todos ustedes: «Imagínate que existe un banco, que cada mañana pone en tu cuenta, la suma de $86.400. Pero elimina cada noche cualquier cantidad de tu saldo que no usaste durante el día. ¿Qué harías? Retirar hasta el último centavo, ¡por supuesto!».

Cada uno de nosotros tiene ese banco. Su nombre es tiempo. Cada noche, este banco te acredita 86.400 segundos. Cada noche, este banco borra, y da como perdido cualquier cantidad de ese crédito que no has invertido en un buen propósito. Este banco no arrastra saldos. Ni permite sobregiros. Cada día te abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día. Si no usas tus depósitos del día, la pérdida es tuya. No se puede dar marcha atrás. No existen los giros a cuenta del depósito de mañana. Debes vivir en el presente con los depósitos de hoy. Invierte de tal manera que puedas conseguir lo mejor. El reloj sigue su marcha.

¿Qué quieres hacer con ese tiempo que cada día te regala el Señor? Hay personas que lamentablemente pierden su tiempo en guerras perdidas, en discusiones sin sentido, en disputas que no llevan a ningún lado, en enojarse y perder el tiempo viviendo de rencores y amarguras. Tú decides cómo quieres gastar tu tiempo.

Para entender el valor de un año, pregúntale a algún estudiante que perdió el año de estudios. Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que alumbró a un bebé prematuro. Para entender el valor de una semana, pregúntale al editor de un semanario. Para entender el valor de una hora, pregúntales a los amantes que esperan a encontrarse. Para entender el valor de un minuto, pregúntale a una persona que perdió el tren. Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona que con las justas evitó un accidente. Para entender el valor de una milésima de segundo, pregúntale a la persona que ganó una medalla de plata en las olimpiadas. Atesora cada momento que vivas. Y recuerda que el tiempo no espera por nadie.

Recuerda que el día tiene para todos el mismo tiempo, que son 86.400 segundos. Pero cada uno de nosotros decidimos cómo invertir ese tiempo para que pueda traer más provecho y beneficio para que el reino de Dios pueda ser extendido.

Si lo aprovechamos o lo desperdiciamos, no dependerá ni de las circunstancias, ni de los trabajos, ni de… Dependerá de ti y de mí.

Como nos dice en el versículo del encabezamiento: «…aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos». 


Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.