Alguien dijo en una ocasión: «Haz lo que yo te diga, pero nunca hagas lo que yo hago».
Cuántas veces a lo largo de nuestra vida hemos podido ver personas que son capaces de decir muchas cosas. Algunas de ellas incluso interesantes, y algunas otras hasta dignas de imitar. Pero cuántas veces habremos podido ver que luego esas personas hacen completamente lo contrario a lo que están enseñando. Ya sean políticos, deportistas, cantantes, etc., e incluso me atrevo a ir más lejos… Ya sean cristianos, predicadores, misioneros, pastores, etc.
Hoy día, cuando uno ya se está haciendo mayor y no tiene que vivir para alagar el oído de nadie, uno puede decir que eso tiene un hombre específico. Se llama, «hipocresía». Y según el diccionario esta palabra significa: «Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan». ¿Cuántas veces se finge una vida espiritual sana? ¿Cuántas veces se finge ser un buen modelo de padre, esposo/a, hijo/a, pastor, cristiano/a, etc.? ¿Crees que eso es sano? Si eres honesto contigo mismo, sabes y sabemos que eso no es sano.
Me encanta el ejemplo de Esdras. Ya que, en este versículo del encabezamiento, vemos a un hombre que no solo enseñaba la Palabra de Dios, sino que también dedicaba tiempo en inquirir en ella. Su modelo para mí es sencillamente extraordinario. Ya que había preparado su corazón para inquirir, cumplir y enseñar la Palabra de Dios. Es nuestra responsabilidad que primero podamos vivir aquello que deseamos transmitir. ¡Cuesta horrores! Lo sé. Pero con la ayuda de Dios podemos ser auténticos ejemplos y modelos para nuestra sociedad. ¡Que el Señor nos ayude!
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.