Quien a Dios tiene, nada le falta

Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna

Juan 7:67-68

Alguien dijo en una ocasión: «Quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta».

Imagínate que vas a un restaurante en compañía de alguien que te agrada, y quieres disfrutar de una buena comida y de un buen tiempo de conversación. Ya están sentados a la mesa, cuando llega el camarero/a, te pone delate la carta para que tú puedas elegir lo que quieres comer ese día. Normalmente los camareros/as te dejan la carta y se van para que puedas tener un tiempo para mirar y pensar en lo que vas a comer. Luego vuelve y te pregunta si ya estás preparado/a para elegir. Si lo estás, pues le pides lo que quieras comer, y si no lo estás, le dices que necesitas un poco más de tiempo…

¿Sabes?, eso también está pasando con nuestra vida y nuestras iglesias cristianas, lo que más se está buscando es «un dios a la carta». Es decir, que desde las iglesias solo me cuenten aquello que yo quiero escuchar, y desde que nos confrontan con el Dios de la Biblia, decidimos y usando el ejemplo del restaurante de arriba, dejar el restaurante (la iglesia), y buscar otra que se adapte más a aquello que yo quiero escuchar. Estos versículos del encabezamiento están dentro de un contexto, donde Jesús les deja muy claro que seguirle a Él no sería un camino de rosas; por eso muchos de ellos decían en el versículo 60: «Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?».Y poco después, muchos de sus discípulos decidieron abandonarlo y volverse atrás, y no andar ya más con Jesús. Por eso el Señor enfrentó a los doce y les dijo: «¿Queréis acaso iros también vosotros?» (v. 67). Y Pedro tomó la mejor de todas las decisiones (v. 68): «¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna». Mi amigo/a, «quien a Dios tiene, nada le falta. Solo Dios basta».