El gran misionero muerto junto a sus otros cuatro amigos a manos de los aucas en la selva del Ecuador, Jim Elliot, dijo en una ocasión: «No es tonto perder lo que no se puede guardar, por ganar lo que no se puede perder».
Creo que a nadie le gusta perder. Recuerdo, aún de pequeño, jugar a algunos de esos juegos siendo niños, ya sea el parchís o algún otro. ¿Te gustaba perder? Creo que, si somos honestos y piensas como yo, no nos gustaba perder ni al parchís. Fuera el juego que fuera, siempre queríamos ganar.
Hoy, que ya uno es mayor y no necesita autoengañarse ni creerse todas esas voces que nos decían que lo importante era participar; pienso que cuando nos dedicamos a cualquier cosa en esta vida, queremos hacerlo bien y ser ganadores. A nadie le guste perder.
Meditemos ahora en el juego de la vida. O, mejor dicho, meditemos en las prioridades de la vida. ¿Estás ganando o estás perdiendo en esas prioridades? ¿Qué lugar está ocupando Dios en tu vida? ¿Y la familia? ¿Y el trabajo?… Para muchos, quizás la prioridad de la vida será el trabajo, las vacaciones, las posesiones, el éxito… ¿Crees que eso te dará la felicidad? Si te fijas en el versículo del encabezamiento, todo esto simplemente nos lleva a desviarnos de lo realmente importante, de las prioridades. ¿Qué de tu alma? ¿Qué de tu vida con Dios? ¿Has arreglado cuentas con el Creador del mundo, el Señor Jesucristo? Usando la frase de Jim Elliot, simplemente no seas necio, o como él dice, no seas tonto ganando lo que no se puede guardar; si no sé inteligente, y gana lo que no se puede perder, una vida de bendiciones con Dios.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.