Una de mis películas favoritas es Gladiator, de Russell Crowe. Normalmente no me gusta ver la misma película dos veces, ya que prefiero aprovechar el tiempo si ya he visto esa película en hacer cualquier otra cosa. Pero lo cierto es que Gladiator la he visto no sé ya cuántas veces y nunca me canso de verla.
Una de sus tantas escenas maravillosas ocurre cuando están en el circo romano, y realmente ellos no saben a qué se van a enfrentar. El circo está completamente lleno de gente deseosa de ver una pelea, ya sea con otros guerreros o con leones, pero lo cierto es que desean ver a estos nuevos esclavos en el circo romano peleando contra cualquiera de esas bestias. En ese momento, Russell Crowe, que es uno de los esclavos que está en ese circo romano y no sabe contra qué o quién tiene que pelear, le dice al resto de sus compañeros una frase que realmente me parece magistral. Él dice: «No sabemos a qué nos enfrentamos, pero es más fácil que sobrevivamos si peleamos juntos». ¡Guau!, sencillamente magistral. ¡Cuánta razón tiene!
Imagínate ahora la vida cristiana, qué sería de nosotros si cada uno estamos enfrentando la guerra solos. Sin la ayuda de otros compañeros de batalla, sin la ayuda de una retaguardia de oración, sin el ánimo y apoyo de otros hermanos… Y, sobre todo, sin la ayuda de nuestro capitán, el Señor Jesucristo, que siempre va delante de nosotros. Te puedes imaginar peleando nuestra batalla cristiana como auténticos llaneros solitarios, creo que tendríamos una derrota segura.
Pablo nos habla en este pasaje que nuestra lucha no es contra cualquier cosa. Es contra enemigos muy fuertes, grandes y poderosos. Pablo se está refiriendo a Satanás y a todas sus huestes de ángeles caídos, que luchan con todas sus fuerzas por derrotar a los cristianos.
Quiero animarte a que te vistas con la armadura de Dios, y a que busques buenos amigos que también estén vestidos con esa misma armadura, para que juntos puedas y podamos pelear esa terrible batalla. La victoria está asegurada porque Dios peleará por nosotros.