Alguien dijo en una ocasión: «El éxito no se logra solo con cualidades especiales. Es sobre todo un trabajo de constancia, de método y de organización».
La verdad es que me asombra ver el empeño, entrega, orden y dedicación de las hormigas. En una ocasión leí de alguien que vio cómo trabajaba una hormiga. Era negra y de tamaño mediano. La hormiga llevaba como carga una pajita que era seis veces más larga que ella misma. Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta estrecha pero profunda, formada entre dos grandes piedras. Probó cruzar de una manera y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que, por fin, la hormiguita hizo lo insólito. Con toda habilidad apoyó los extremos de la pajita en un borde y otro de la grieta, y así se construyó su propio puente, sobre el cual pudo atravesar el abismo. Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes. La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido esa carga, que bien pesada era para ella, no habría podido avanzar en su camino.
¿Qué enseñanza podríamos sacar de esta historia? ¡Cuántas veces nos quejamos por los problemas, las cargas y las pruebas que debemos soportar! Pero sin darnos cuenta, esas mismas cargas —bien aprovechadas— pueden convertirse en puentes y peldaños que nos ayuden a triunfar. Una deficiencia cardíaca hizo de un joven médico un famoso cardiólogo. El impedimento físico al hablar de un joven lo convirtió en un gran escritor. La timidez del estudiante lo llevó a ser un destacado investigador. Nada conseguirás quejándote o angustiándote. Confía en Dios, trabaja y no seas perezoso.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.