Dijo en una ocasión el gran escritor español Miguel de Unamuno: «Solo hay dos legados duraderos que podemos dejarles a nuestros hijos. El primero, raíces; el segundo, alas».
Creo que una de las tareas más hermosas, y a la vez más desafiantes que tenemos en la vida, es la de criar a los hijos. Quizás cuando sabes que vas a ser padre o madre comienzas a leer algunos libros que te van a dar pautas para criar a tus hijos. Pero una cosa es la teoría y otra muy diferente es la realidad. Cuando el alumbramiento se produce, y tienes en tus manos a ese bebé, no sé qué será lo que piensas en ese momento, pero lo que está claro es que uno siente cierto respeto o temor al preguntarse si será o no será capaz de criar bien a ese hijo. Personalmente, respeto muchísimo todos esos libros y manuales que se han escrito como pautas de cómo se tiene que criar un hijo. Pero cuando uno ha decidido poner a Jesús como el Señor y el Maestro de su vida, encuentra que el manual de manuales es la Biblia, la Palabra de Dios. Ahí es donde uno encuentra todas las pautas y directrices para criar a los hijos.
Vivimos en un mundo donde todos los valores y principios están cambiando. En cuanto a la crianza de los hijos, nuestra sociedad nos está dando pautas que están en contra de los principios que enseña la Biblia (y así le va a nuestra sociedad). Desde estas sencillas letras yo quiero animar a cada uno de los que está leyendo este pensamiento, que vuelva a los verdaderos y auténticos principios que solo se encontrarán en la Palabra de Dios. Eso nos hará criar a los hijos en verdaderos valores y raíces. Y cuando ellos sean adultos, podrán volar solos, teniendo en mente esos principios cristianos que el Señor nos ha permitido poner en sus corazones y almas.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.