Imagínate el cuento de Aladino y su lámpara maravillosa. Imagina que tienes una de esas lámparas, y comienzas a frotarla y te sale un mago que te dice: ¡Oh, mi señor, gracias por sacarme de la lámpara, ahora te concedo un deseo! ¿Qué le pedirías? Bueno, yo primero le diría que en el cuento se concedían tres deseos. Pero el mago me diría que con la crisis mundial él solo puede conceder un deseo, pero tan grande como tú puedas imaginar. ¿Qué le pedirías?
Bueno, después de dejar volar mi imaginación por un tiempo, seguro que para estas Navidades todos tendremos deseos y sueños hermosos que nos gustaría ver hechos realidad.
Pero os lo confieso: ¡No salgo de mi asombro! Llevo tiempo buscando en Internet, en libros, en distintas fuentes seculares, frases o relatos que hablen del verdadero significado de la Navidad. Y casi todas esas frases o relatos hablan de lo mismo: de los regalitos, de la amistad, de las comidas, de las vacaciones… Pero ninguno de esos relatos nos habla del verdadero significado de la Navidad. Ninguno de ellos nos habla de que Dios decidió mandar a su Hijo al mundo, nacido de mujer, nacido en un comedero de animales, que desde que nació quisieron matarlo, que no tuvo durante toda su vida un lugar donde recostar su cabeza, y que encima muere en una cruz por nuestros pecados, para que nosotros hoy día tengamos la vida eterna.
Ese regalo, que es el Salvador del mundo, nos es dado por Dios. Te animo a que recibas el mejor regalo que jamás nadie podrá darte. Cristo Jesús. Él es enviado gratis para ti, ya que Él pago el precio por ti.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.