Albert Einstein dijo en una ocasión: «Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica, yo sugerí la mejor de todas: la PAZ».
Si decidimos darles un simple vistazo a los informativos, ya sea en la televisión, radio, Internet, cualquier periódico, etc., nos daremos cuenta de que la gran mayoría de las noticias no son sino de conflictos y guerras, ya sea mundiales, nacionales, familiares y personales.
Hoy quiero centrarme en los conflictos y guerras personales, que al fin y al cabo son en los que luego derivan todos los demás. Hay personas que, aunque no están en una cárcel del gobierno, viven una vida como si realmente estuvieran encarceladas en sus corazones. Cara al mundo «parecen libres», pero en su interior están completamente esclavizados. Esclavizados a sus rencores, odios, raíces de amargura, orgullo, falta de perdón…
La pregunta es: ¿Puede esa persona que vive así ser realmente libre? La respuesta la encontramos en el versículo del encabezamiento. Esas personas no han sido liberadas de todas esas cosas que las tienen atadas por dos razones principales: 1) Porque no han creído en Jesús como su Salvador y la persona que puede darles esa paz interior que tanto necesitan. 2) Porque, aunque hayan recibido a Jesús como su Salvador, aún no le han pedido que realmente sea su Señor y gobierne en todos los ámbitos de su vida.
Hoy quiero animarte a que te rindas al perdón del Señor, para que puedas ser liberado de esas cadenas interiores que no te dejar vivir una vida de victoria y verdadera paz, que solo se pueden encontrar cuando nos rendimos por completo a Cristo Jesús, no solo como nuestro Salvador, sino también como nuestro Señor y sanador interior.
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.