Una de las cosas que más le cuesta hoy día al ser humano es humillarse. Se cree muchas veces que la humillación es señal de debilidad. Pero por lo que podemos ver en la Palabra de Dios, no solo no es señal de debilidad, sino todo lo contrario, es señal de grandeza.
Te animo nuevamente en estos momentos a que tomes unos segundos y vuelvas a leer este versículo del encabezamiento… ¿Ya lo hiciste?, te felicito por ello. Ahora me gustaría que juntos pudiéramos desglosar este versículo.
Primero encontramos las demandas o las condiciones para recibir el perdón de Dios, que serían:
- Humillación ante el nombre y la autoridad de Dios.
- Oración al Padre.
- Buscar siempre el rostro de Dios.
- Convertirse de los malos caminos. O sea, volvernos a Dios.
Y ahora encontramos los beneficios de humillarnos ante Dios:
- El Señor nos oirá.
- El Señor nos perdonará.
- El Señor nos sanará.
Vivimos en un mundo donde todo queremos que sea rápido y fácil. No quiero que te engañes, mi amigo. Realmente, ¿quieres la bendición y el apoyo de Dios en todo lo que hagas en la vida? Pues si es así, eso requiere entrega, esfuerzo, dedicación, obediencia, y pasar tiempo a los pies del Señor. Solo así verás cómo tu vida será ricamente bendecida. Todo lo demás son meras palabras huecas.