Hace años el Señor nos bendijo a mi esposa y a mí con nuestra princesita. Esté donde esté y haga lo que haga, mis ojos y mi mente están continuamente fijos en ese «maravilloso regalo del Señor para nosotros», nuestra hija.
Pensando en esto y en lo que nos dice el versículo del encabezamiento, podemos notar que los ojos del Señor como gran Padre amante y misericordioso siempre estarán fijos sobre nosotros. ¡Guau!, ¡que honor!, pensar y saber que el Señor tiene sus ojos puestos en ti y en mí. No sé cómo tú te sientes al pensar que el Señor decide fijarse en nosotros y tratarnos como la niña de sus ojos, pero a mí, eso me hace sentirme amado, protegido, mimado… Y tú, ¿cómo te sientes al pensar que el Señor fija sus ojos en ti?
Ahora bien, Dios, como buen caballero que es, no obligará a nadie a que lo ame y quiera entender los caminos por los que Él quiere guiarnos. Si seguimos leyendo el versículo 9 del Salmo 32, nos dice así: «No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti». Creo que, a buen entendedor, pocas palabras bastan.
No descubro nada si digo que los tiempos que nos tocan vivir hoy en día son tiempos tremendamente difíciles. Tiempos donde cada día a Dios se le está dando más la espalda; desde los gobiernos del mundo, desde los trabajos, desde las familias, e incluso me atrevo a decir, desde algunas iglesias llamadas «evangélicas y cristianas». Te animo a que acudas a Dios, te dejes guiar por Él, y verás cómo tu vida comenzará a tomar un nuevo rumbo y una nueva dirección. Entonces sabrás con toda seguridad que los ojos del Señor están sobre ti, y todas tus decisiones estarán dentro de su voluntad y dirección
Tomados del libro de devocionales del Pastor: “Meditad sobre vuestros caminos”.